Los sobornos de Sinaloa
El juicio contra México, cuyo representante en Brooklyn es el ingeniero Genaro García Luna, ha traído un par de temas que han sido prácticamente sepultados por la aplastante mayoría de los medios de comunicación. En el mejor de los casos, solo han enfatizado una especie al tiempo que la otra, de plano la han tapiado.
Si usted quiere consultar el artículo más imparcial que he leído, en donde se mencionan estas declaraciones, busque “Un testigo dice que ‘El Chapo’ sobornó a Peña Nieto con 100 millones de dólares”, redactado por Brendan Pierson en Reuters.
Regresando al tema, primero declaró Alex Cifuentes, un personaje de altos vuelos que por mucho tiempo se ha manejado como asociado de Joaquín Guzmán Loera, quien informó como testigo que “(Guzmán) pagó un soborno de 100 millones de dólares al expresidente mexicano Enrique Peña Nieto”.
La segunda declaración que ha sido sellada con hormigón en no pocos medios mexicanos es la que soltó Reynaldo Zambada, otro asociado del cártel de Sinaloa, respecto a que él entregó millones de dólares en efectivo a un ayudante de Andrés Manuel López Obrador, cuando el tabasqueño era jefe de Gobierno en la Ciudad de México.
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Zambada explicó que la idea era apoyar a que un funcionario cercano al cártel quedara como secretario de Seguridad Pública capitalino. No acababa de declarar el jefe criminal esta cuestión, cuando alguien ya estaba disparando desmentidos desde la Ciudad de México, lo que llamó mucho la atención por semejante velocidad.
Ese alguien es Gabriel Regino, ahora próspero penalista, dueño de uno de los más reconocidos despachos en la Ciudad. El abogado Regino fue director general de Asuntos Internos, subsecretario de Seguridad Pública y Secretario de Seguridad Pública del Distrito Federal, de junio de 2002 a septiembre de 2006.
Es entendible que el régimen actual se espante los alacranes de la entrepierna, al escuchar en voz de un jefe criminal en plena caja de resonancia neoyorquina, que un colaborador directo de López Obrador recibió unos millones de dólares como soborno y luego, los adictos a la causa tabasqueña hayan obviado el tema, pero con el dinero en la bolsa.
Más entendible es que ahora mismo, el mainstream tabasqueño se regodeé diciendo que Enrique Peña Nieto recibió 100 millones de dólares para dejar que el cártel de Sinaloa hiciera lo que quisiera durante el mandato del mexiquense.
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Se deduce entonces que, cuando se recibe dinero en mano propia, se le llama “contribución al movimiento” y cuando otros los reciben, se denomina soborno.
Más allá de la semiótica, vale la pena agregar un detalle: si la memoria no falla, el ingeniero García Luna trabajó en el CISEN casi una década y luego trabajó entró en 1999 a la Policía Federal Preventiva como coordinador de Inteligencia.
Con Vicente Fox como presidente fue, el entonces procurador general de la República, Rafael Macedo de la Concha, quien nombró al ingeniero García Luna como director de Planeación y Operación de la Policía Judicial Federal. Y en 2001, el propio Fox nombró a García Luna, director de la Agencia Federal de Investigación.
Todo lo anterior lleva a una obviedad incómoda: el satanizado ingeniero García Luna no nació con Felipe Calderón sino en el priato, migrando exitosamente al panismo. Partiendo de esta base, es evidente que el cártel de Sinaloa tenía infiltrado al gobierno priista y posteriormente al panista, pues de otro modo sería imposible que impulsaran a García Luna como secretario de Seguridad Pública federal. No se impulsa a quien no se conoce.
Las declaraciones en Brooklyn llevan a una obviedad final: no importa si ha sido el PRI, el PAN o MORENA quien gobierne a México. Todos los regímenes han sido comprados por la delincuencia organizada. Si usan maletas de golf o prefieren bolsas de papel estraza para entregar los embutes, es una bobada buscarle diferencias al oprobio.
*ARD