Los sufijos
En nuestra entrega anterior, nos referimos a los prefijos. De manera complementaria a lo que son los prefijos, los sufijos son aquellas partículas que carecen de un significado propio pero que, pueden constituir palabras en el momento en que se añaden al final de una raíz léxica para modificar su sentido o significado. Por ejemplo: de fresa, fre-sita.
Los sufijos generalmente carecen de un significado propio y rara vez puede constituir palabras por sí mismos. Sin embargo, al unirse a una raíz léxica pueden modificar radicalmente un significado concreto:
Un sufijo puede cambiar la categoría gramatical de una palabra transformando los sustantivos en adjetivos y estos en verbos. Son herramientas sumamente dinámicas.
Un ejemplo de lo anteriormente dicho es la palabra maldición, está formada por la raíz maldique proviene del latín maledictum y que es “decir maldades” o “desear el mal” de allí que al sumarle el sufijo ción la convierte en sustantivo y denota una acción de manera cotidiana en el idioma.
Una forma de clasificar los sufijos es distinguirlos a partir de sus funciones, es decir, por la forma en cómo se conecta a la raíz de la palabra. Veamos cuáles son.
Una primera categoría son los sufijos apreciativos, que al unirse a la raíz construye una palabra con tintes calificativos, en la que se expresa la forma en cómo una persona comprende o valora otra y pueden ser de los siguientes tipos:
Los sufijos aumentativos que como su nombre lo indica, permiten aumentar, magnificar o maximizar el significado de la raíz léxica de la palabra, ya sea para indicar que el tamaño de un objeto, si es grande o es muy intenso o fuerte etcétera. Así, por ejemplo, de la palabra coche, decimos coches-ote, de casa decimos cas-ota.
Los sufijos diminutivos, contrario al caso anterior, permiten disminuir o atenuar el significado de la raíz léxica de una palabra, y los utilizamos para referirnos al tamaño de las cosas o el valor o estima que les concedemos, por ejemplo: de tarde decimos tardec-ita; de favor,favorc-ito.
Los sufijos peyorativos sirven para fijar una postura personal y subjetiva de la persona respecto al referente, sobre todo cuando se trata de una valoración negativa, por ejemplo, de mujer decimos mujer-zuela.
Por su parte, los sufijos flexivos no reflejan valoraciones respecto a lo que una persona u objeto tiene, sino que tratan de describir lo mejor posible al objeto o la realidad aludida por medio del lenguaje y se divide en los siguientes tipos:
Los sufijos flexivos de género son aquellos que modifican la terminación de una palabra para indicar a qué género pertenecen, ya sean masculino o femenino y generalmente terminan con las vocales “a” y “o”, por ejemplo, alumn-o, alumn-a.
Los sufijos reflexivos de número tienen el propósito de indicar si el referente es singular o plural y utiliza generalmente el sufijo “s”. Por ejemplo, alumno, alumno-s; maestro, maestro-s.
Los sufijos flexivos verbales sirven para adecuar los verbos a la acción que buscan describir y están sujetos a las reglas verbales. Por ejemplo: Yo camin-o; tu camin-as; usted, él, ella, camin-an; nosotros camina-mos; ellos camin-an.
Por su parte, los sufijos flexivos de modo, tiempo y aspecto, coordinan la forma en que se expresan el modo, el tiempo y el aspecto verbales permitiendo que el verbo cambie según en las condiciones en que ocurre la acción. Por ejemplo: él camin-a (presente); camin-ará (futuro); camin-aba (pretérito imperfecto); camina-ría (comndicional); camin-a (imperativo); camin-e (subjuntivo).
Cuando no se conjugan, los llamamos sufijos verbales impersonales ya que pueden adoptar las formas del infinitivo, camin-ar; del gerundio, camin-ando y del participio, camin-ado.
Por último, están los sufijos derivativos adjetivantes y que pueden provenir del verbo o de los gentilicios. Del verbo agotar, agot-ado; del sustantivo Brasil, Brasil-eño.
También pueden ser derivativos adverbiales, del adjetivo cínico podemos construir el adverbio cínica-mente y del sustantivo perro, perr-unamente. Si del sustantivo perro, derivamos otro verbo, este podría ser entonces perr-ear.
Del mismo autor: La concordancia verbal
Te puede interesar: El uso de la coma en los vocativos
Lee también: El uso de la e, he y eh
*IC