El pasado 8 de febrero, 20 fiscales de igual número de estados en la Unión Americana, entregaron un documento al presidente Joseph Biden y al secretario de Estado Antony Blinken, urgiéndolos a que hagan lo necesario para declarar a los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas extranjeras (Foreign Terrorist Organizations, FTO).
En la carta de 6 páginas, sobresale en la redacción la presencia del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y del Cártel de Sinaloa, de manera cumplida por su participación en el envío de dosis estratosféricas de fentanilo hacia los Estados Unidos.
La misiva apunta a que el 66 por ciento de las muertes producidas por sobredosis en uso de narcóticos el año pasado, se debe al fentanilo. Aunque la carta no lo señala, hay que agregar que, a últimas fechas, tanto la facción de “Los Menores” del Cártel de Sinaloa como CJNG, están agregando otros productos al fentanilo que envían a Estados Unidos.
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Las sustancias que ambos cárteles están adicionando al fentanilo aumenta de manera agresiva su capacidad para producir adicción. Usted podría señalar que es preocupante pero no más. Pues, sí hay más: el fentanilo deja sumido en un vaho permanente a quien lo consume, desplomando su capacidad para trabajar, estudiar, pensar; para vivir, pues.
Traduzco para usted unos párrafos que son el nodo del asunto:
“Los cárteles de la droga mexicanos amenazan nuestra seguridad nacional más allá de la venta de estas drogas mortales. Durante la última década, los cárteles mexicanos de la droga han desarrollado fuerzas armadas bien organizadas para proteger su reprobable comercio de sus rivales y del gobierno mexicano. La existencia de tales fuerzas al otro lado de nuestra frontera terrestre suroeste y la incapacidad del gobierno mexicano para controlarlas representan una amenaza para nuestra seguridad nacional mucho mayor que una empresa típica de narcotráfico”.
“Esa amenaza se hace aún mayor por los vínculos conocidos entre los cárteles de la droga mexicanos y las Organizaciones Terroristas Extranjeras (FTO) como Hezbolá, que ya tienen la intención de hacernos daño. Nuestra seguridad nacional requiere que el gobierno federal interrumpa esta colaboración entre los cárteles y los grupos terroristas”.
Y más adelante, la misiva remata:
“Debido a la grave amenaza que representan estos cárteles para nuestra nación y nuestros Estados, por la presente solicitamos que el Cártel de Sinaloa, CJNG y otros cárteles mexicanos de la droga en situaciones similares sean designados como Organizaciones Terroristas Extranjeras de conformidad con 8 U.S.C. § 1189. La designación de los cárteles como FTO otorgará a las agencias estatales y federales de aplicación de la ley mayores poderes para congelar los activos del cártel, negar la entrada a los miembros del cártel y permitir que los fiscales impongan castigos más severos contra quienes brinden apoyo material a los cárteles”.
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Hasta aquí, va la cita de la carta firmada por los fiscales estadounidenses.
Pongo a su consideración, algunas observaciones que saltan de inmediato cuando se lee tal escrito y se contrasta con el caos del gobierno federal mexicano y la totalidad de los gobiernos estatales, con las probables excepciones de Yucatán y Querétaro.
1.-Mientras la tribuna se regodea mirando el juicio a Genaro García Luna, parece que nadie entiende a quien están juzgando en realidad allá en Brooklyn: a México. Si observa con cuidado, los testimonios presentados van sobre el Poder Ejecutivo federal, los estatales (Nayarit, por supuesto), sin olvidar su repasada al Ejército y por supuesto, a jueces, policías, ministerios públicos, entre tantos otros.
El juicio contra el ingeniero García Luna está consolidando la especie de que México está fuera de control. Luego entonces, si se da por bueno el que los cárteles mexicanos sean calificados como organizaciones terroristas, la lógica es evidente: es factible venir a combatirlos con o sin permiso del Estado Mexicano (en el entendido que el gobierno no es el Estado) porque ya quedó claro que los criminales compraron o tienen contra las cuerdas a cuanto funcionario se les ponga enfrente.
2.-El juicio en Brooklyn está cimentando la especie de que si con Felipe Calderón, los estadounidenses tuvieron una gran colaboración, pero al mismo tiempo se apoyó sin cortapisas desde Los Pinos a Joaquín Guzmán Loera e Ismael Zambada, ¿Cuál es el grado de descomposición ahora con Andrés Manuel López Obrador, si ni siquiera hay cooperación binacional permanente, sino intermitente?
Con todo, lo anterior lleva a una posición incómoda a los Estados Unidos: en Washington premiaron, elogiaron y palmotearon los hombros de a quien ahora persiguen. Luego entonces, ¿por qué se esperaron 10 años para perseguir y enjuiciar? Tal vez sea mejor meter el polvo del absurdo bajo la alfombra de los mexicanos, dirán algunos.
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3.-La carta de los fiscales estadounidenses señala que los cárteles mexicanos son los responsables de docenas de miles de muertes en los Estados Unidos, lo cual es cierto.
Sin embargo, hay un detalle: ¿no hay cárteles estadounidenses? ¿Cómo le hacen los mexicanos para entregar sus narcóticos en cada calle de ese país? ¿Quién protege a los cárteles americanos? ¿Quiénes son los distribuidores de drogas más poderosos de Estados Unidos a los que no se les declara organizaciones terroristas?
El final
Si prospera la carta de los fiscales estadounidenses, no se extrañe usted de ver un día a un dron armado, disparando contra una célula de CJNG o Sinaloa en territorio mexicano. Y a Marcelo Ebrard soltando sonseras, intentando justificar lo injustificable. En el pasado, fue la complicidad; ahora, es la estulticia la que domina el poder federal mexicano, festinando un juicio que va más allá de lo que alcanzan a ver desde Palacio Nacional.
La ignominia es el sino de nuestros tiempos.
*ARD